KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979
En
1979, el fotógrafo japonés Kohei Yoshiyuki presentó en la Komai Gallery, de
Tokio, una serie de fotografías bajo el título genérico de The Park, que reunía su trabajo realizado desde los primeros años
de esa década. Un trabajo que se publicaría al año siguiente en forma de libro
y que ha expuesto de manera ininterrumpida desde esa fecha.
Ahora
como entonces, ese conjunto de fotografías sigue resultando igual de desconcertante:
Yoshiyuki registró con su cámara (provista de flashes infrarrojos para no ser
descubierto), los encuentros sexuales nocturnos de parejas en varios parques de
Tokio. Lo sorprendente no es, en realidad, esta práctica de fotografía-voyeur
sino el hecho de registrar a los numerosos mirones que cada noche acudían a
estos parques para contemplar colectivamente los juegos carnales de los
amantes.
Así,
las parejas quedan en un segundo plano –a pesar de todo importante, pues son
ellas las que atraen la atención de los otros–, pasando el protagonismo al
voyeur que asiste el espectáculo de las escenas íntimas. La misma oscuridad que
protege a las parejas, oculta también al que mira confundido entre las sombras.
Solo
la fotografía revela la magnitud de lo que ocurre: cuando el voyeur se acerca
demasiado ya no hay distancia protectora. Recordemos las palabras de Susan
Sontag (“Entre el fotógrafo y el modelo tiene que mediar distancia”), para
entender que entre el voyeur y el sujeto de su deseo debe existir la distancia
adecuada. Igual que la cámara de Yoshiyuki palpa en la oscuridad para desvelar
los cuerpos entrelazados, las manos de los voyeur se acercan a
esos cuerpos y, en la confusión de la noche y del entusiasmo amoroso, participan
de una orgía increíble de equívocos: sus manos tocan, suben faldas, acarician
cuerpos.
Y
entonces, el voyeur pierde su condición esencial, pierde su “sentido”, deja de
ser el que mira para ser el que toca. Un voyeur ciego –cegado por la oscuridad–
que con sus manos tantea e imagina lo que no puede ver: un caos de manos y
cuerpos rozándose, un laberinto de pasiones arrastrándose por el suelo.