viernes, 24 de enero de 2014

El ojo espía. Referencias: SHIZUKA YOKOMIZO





SHIZUKA YOKOMIZO
Dear Stranger, 1998-2000


Recibirás una carta: alguien te dirá que quiere fotografiarte junto a la ventana, a una determinada hora al atardecer. Ella no te conoce ni tú la conoces a ella. En el día y en la hora convenidos se acercará a tu casa, y sabrá que accedes a posar para ella porque has abierto las persianas. Tomará la fotografía (sin que tú puedas verla, oculta en la oscuridad del exterior) y se irá. Un encuentro efímero entre extraños.


El ojo espía. Referencias: GAIL ALBERT HALABAN






GAIL ALBERT HALABAN
Out my window, 2009




Mirar hacia una ventana desde una ventana no es mirar hacia afuera, es mirar hacia adentro. Las ventanas son espejos que proyectan tu mirada posada sobre las vidas ajenas.


viernes, 17 de enero de 2014

El ojo espía. Referencias: KOHEI YOSHIYUKI


KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979



El ojo espía. Referencias: KOHEI YOSHIYUKI



KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979



El ojo espía. Referencias: KOHEI YOSHIYUKI



KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979



El ojo espía. Referencias: KOHEI YOSHIYUKI



KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979


En 1979, el fotógrafo japonés Kohei Yoshiyuki presentó en la Komai Gallery, de Tokio, una serie de fotografías bajo el título genérico de The Park, que reunía su trabajo realizado desde los primeros años de esa década. Un trabajo que se publicaría al año siguiente en forma de libro y que ha expuesto de manera ininterrumpida desde esa fecha.

Ahora como entonces, ese conjunto de fotografías sigue resultando igual de desconcertante: Yoshiyuki registró con su cámara (provista de flashes infrarrojos para no ser descubierto), los encuentros sexuales nocturnos de parejas en varios parques de Tokio. Lo sorprendente no es, en realidad, esta práctica de fotografía-voyeur sino el hecho de registrar a los numerosos mirones que cada noche acudían a estos parques para contemplar colectivamente los juegos carnales de los amantes.

Así, las parejas quedan en un segundo plano –a pesar de todo importante, pues son ellas las que atraen la atención de los otros–, pasando el protagonismo al voyeur que asiste el espectáculo de las escenas íntimas. La misma oscuridad que protege a las parejas, oculta también al que mira confundido entre las sombras.

Solo la fotografía revela la magnitud de lo que ocurre: cuando el voyeur se acerca demasiado ya no hay distancia protectora. Recordemos las palabras de Susan Sontag (“Entre el fotógrafo y el modelo tiene que mediar distancia”), para entender que entre el voyeur y el sujeto de su deseo debe existir la distancia adecuada. Igual que la cámara de Yoshiyuki palpa en la oscuridad para desvelar los cuerpos entrelazados, las manos de los voyeur se acercan a esos cuerpos y, en la confusión de la noche y del entusiasmo amoroso, participan de una orgía increíble de equívocos: sus manos tocan, suben faldas, acarician cuerpos.

Y entonces, el voyeur pierde su condición esencial, pierde su “sentido”, deja de ser el que mira para ser el que toca. Un voyeur ciego –cegado por la oscuridad– que con sus manos tantea e imagina lo que no puede ver: un caos de manos y cuerpos rozándose, un laberinto de pasiones arrastrándose por el suelo.


Fotografías tomadas de: Yossi Milo Gallery



El ojo espía. Referencias: KERTÉSZ, CARTIER-BRESSON, FAURER, DOISNEAU


ANDRÉ KERTÉSZ
Budapest, 1920 

HENRI CARTIER-BRESSON
Bruselas, 1932 

LOUIS FAURER
Nueva York, c. 1948 

ROBERT DOISNEAU,
París, 1948 

ROBERT DOISNEAU
1956


André Kertész, Henri Cartier-Bresson, Louis Faurer, y Robert Doisneau: cuatro fotógrafos interesados en plasmar la vida cotidiana con sus infinitas historias anónimas, sus situaciones imprevistas, sus encuentros inesperados, sus momentos fugaces pero detenidos por una retina atenta que observa, que mira, que vislumbra sucesos extraordinarios en la apariencia simple de las cosas. Fotografiar es avistar, intuir, notar y señalar lo inadvertido. Fotografiar es un estado de la mirada: estar alerta, fijarse, rondar la realidad para ofrecer otra realidad distinta. El fotógrafo intercepta la vida y la convierte en expresión universal de lo vivido.

Fotografiar gente que mira es elogiar lo que la fotografía es: una experiencia acentuada del saber mirar.



viernes, 10 de enero de 2014

El ojo espía: Blow-Up


MICHELANGELO ANTONIONI
Blow-Up, 1966


Cuando Thomas revela y amplía sus negativos del parque, la realidad se transforma en un enigma. Las huellas de un crimen han quedado marcadas en las fotografías..

Fotografiar es penetrar la realidad.

Fotografiar es penetrar la imagen.



El ojo espía: Blow-Up



MICHELANGELO ANTONIONI
Blow-Up, 1966


"-¡Alto! ¡Qué esta haciendo! Usted no puede fotografiar a la gente así, sin más.
-¿Quién dice que no? Yo solo hago mi trabajo, los hay que son toreros, los hay que son políticos. Y yo soy fotógrafo.
-Este es un lugar público y la gente tiene derecho a que la dejen en paz.
-No es culpa mía si no hay paz".



El ojo espía: Blow-Up


MICHELANGELO ANTONIONI
Blow-Up, 1966


En un descanso de su trabajo, Thomas, un joven y atareado fotógrafo de modas se adentra en un parque siguiendo a una pareja de enamorados. Sigilosamente, a escondidas, los espía y fotografía solo por el placer de registrar a unos desconocidos: el fotógrafo es un voyeur de lo imprevisible, un intruso de la experiencia ajena.



El ojo espía: Blow-Up

MICHELANGELO ANTONIONI
Blow-Up, 1966


Fotografiar es poseer, penetrar en el otro para convertirlo en imagen.



martes, 7 de enero de 2014

El ojo espía: El fotógrafo del pánico



MICHAEL POWELL
El fotógrafo del pánico, 1959


"-Me pregunto si conoció a mi padre, el profesor Lewis.
-Por supuesto. Me dio clases. Un hombre extraordinario. Brillante, muy brillante.
-¿Sabe en qué estaba interesado antes de morir?
-No, dígame.
-No... recuerdo cómo lo llamaba, pero tenía que ver con lo que hace... que las personas se conviertan... en mirones.
-La escoptofilia. Muy interesante. Se encuentra en las mentes fértiles.
-Escopto...
-Filia. La necesidad morbosa de observar, conocida desde antiguo.
-Pensaba que podía curarse.
-Normalmente, sí.
-¿Rápido?
-Sí, muy rápido. Un par de años de análisis, tres veces por semana y se acabó".

MICHAEL POWELL, El fotógrafo del pánico, 1959.



El ojo espía: El fotógrafo del pánico



MICHAEL POWELL
El fotógrafo del pánico, 1959



"En Blow-up (1966), Antonioni muestra al fotógrafo de modas arqueándose convulsivamente sobre el cuerpo de Verushka mientras maneja la cámara. ¡Vaya travesura! De hecho, usar una cámara no es una manera ideal de posesión sexual. Entre el fotógrafo y el modelo tiene que mediar distancia. La cámara no viola, ni siquiera posee, aunque pueda infringir, espiar, invadir, distorsionar, explotar y, en el extremo de la metáfora, asesinar, actividades que a diferencia de los empujes y tanteos sexuales pueden realizarse de lejos, con cierto distanciamiento. 

Hay un fantasía sexual mucho más fuerte en la extraordinaria Peeping Tom, de Michael Powell, una película que no trata de un mirón sino de un psicópata que mata a las mujeres al fotografiarlas, con un arma escondida en la cámara. Jamás las toca. No desea sus cuerpos; quiere la presencia de esas mujeres en forma de imágenes fílmicas -aquellas que las muestran experimentando la muerte- que luego proyecta en su casa para su placer solitario. La película supone relaciones entre la impotencia y la agresión, la mirada profesional y la crueldad, que apuntan a la fantasía central relacionada con la cámara. La cámara como falo es a lo sumo una tímida variante de la ineludible metáfora que todos emplean sin darse cuenta. Por brumosa que sea nuestra conciencia de esta fantasía, se la nombra sin sutilezas cada vez que hablamos de cargar y apuntar una cámara, de apretar el disparador". 

SUSAN SONTAG, Sobre la fotografía, Barcelona, Edhasa, 1980 [1973].



El ojo espía: El fotógrafo del pánico


MICHAEL POWELL
El fotógrafo del pánico, 1959



En El fotógrafo del pánico (Peeping Tom, 1959), Michael Powell nos muestra el lado oscuro del fotógrafo como voyeur: un ser enfermizo y misterioso, perturbado por las secuelas de una infancia traumática; un psicópata asesino que se relaciona con el mundo y con sus víctimas a través de la cámara, convertida en instrumento de defensa (el objeto que le distancia y protege de la realidad), pero también en arma de matar y de registrar la muerte. La cámara asesina es, finalmente, la cámara redentora, la que restablece el orden y equilibra el daño causado. Es la cámara la que le redime y libera al fotógrafo asesino de todos sus pecados, de todas sus miradas.



El ojo espía: El fotógrafo del pánico

Seminario Departamento de Historia del Arte
18 de diciembre de 2013



Análisis de la película El fotógrafo del pánico (Peeping Tom, 1959), de Michael Powell.