viernes, 17 de enero de 2014

El ojo espía. Referencias: KOHEI YOSHIYUKI



KOHEI YOSHIYUKI
The Park, 1979


En 1979, el fotógrafo japonés Kohei Yoshiyuki presentó en la Komai Gallery, de Tokio, una serie de fotografías bajo el título genérico de The Park, que reunía su trabajo realizado desde los primeros años de esa década. Un trabajo que se publicaría al año siguiente en forma de libro y que ha expuesto de manera ininterrumpida desde esa fecha.

Ahora como entonces, ese conjunto de fotografías sigue resultando igual de desconcertante: Yoshiyuki registró con su cámara (provista de flashes infrarrojos para no ser descubierto), los encuentros sexuales nocturnos de parejas en varios parques de Tokio. Lo sorprendente no es, en realidad, esta práctica de fotografía-voyeur sino el hecho de registrar a los numerosos mirones que cada noche acudían a estos parques para contemplar colectivamente los juegos carnales de los amantes.

Así, las parejas quedan en un segundo plano –a pesar de todo importante, pues son ellas las que atraen la atención de los otros–, pasando el protagonismo al voyeur que asiste el espectáculo de las escenas íntimas. La misma oscuridad que protege a las parejas, oculta también al que mira confundido entre las sombras.

Solo la fotografía revela la magnitud de lo que ocurre: cuando el voyeur se acerca demasiado ya no hay distancia protectora. Recordemos las palabras de Susan Sontag (“Entre el fotógrafo y el modelo tiene que mediar distancia”), para entender que entre el voyeur y el sujeto de su deseo debe existir la distancia adecuada. Igual que la cámara de Yoshiyuki palpa en la oscuridad para desvelar los cuerpos entrelazados, las manos de los voyeur se acercan a esos cuerpos y, en la confusión de la noche y del entusiasmo amoroso, participan de una orgía increíble de equívocos: sus manos tocan, suben faldas, acarician cuerpos.

Y entonces, el voyeur pierde su condición esencial, pierde su “sentido”, deja de ser el que mira para ser el que toca. Un voyeur ciego –cegado por la oscuridad– que con sus manos tantea e imagina lo que no puede ver: un caos de manos y cuerpos rozándose, un laberinto de pasiones arrastrándose por el suelo.


Fotografías tomadas de: Yossi Milo Gallery



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