MICHAEL POWELL
El fotógrafo del pánico, 1959
"En Blow-up (1966), Antonioni muestra al fotógrafo de modas arqueándose convulsivamente sobre el cuerpo de Verushka mientras maneja la cámara. ¡Vaya travesura! De hecho, usar una cámara no es una manera ideal de posesión sexual. Entre el fotógrafo y el modelo tiene que mediar distancia. La cámara no viola, ni siquiera posee, aunque pueda infringir, espiar, invadir, distorsionar, explotar y, en el extremo de la metáfora, asesinar, actividades que a diferencia de los empujes y tanteos sexuales pueden realizarse de lejos, con cierto distanciamiento.
Hay un fantasía sexual mucho más fuerte en la extraordinaria Peeping Tom, de Michael Powell, una película que no trata de un mirón sino de un psicópata que mata a las mujeres al fotografiarlas, con un arma escondida en la cámara. Jamás las toca. No desea sus cuerpos; quiere la presencia de esas mujeres en forma de imágenes fílmicas -aquellas que las muestran experimentando la muerte- que luego proyecta en su casa para su placer solitario. La película supone relaciones entre la impotencia y la agresión, la mirada profesional y la crueldad, que apuntan a la fantasía central relacionada con la cámara. La cámara como falo es a lo sumo una tímida variante de la ineludible metáfora que todos emplean sin darse cuenta. Por brumosa que sea nuestra conciencia de esta fantasía, se la nombra sin sutilezas cada vez que hablamos de cargar y apuntar una cámara, de apretar el disparador".
SUSAN SONTAG, Sobre la fotografía, Barcelona, Edhasa, 1980 [1973].
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