miércoles, 1 de mayo de 2013

Libertad programada: exposición


LIBERTAD PROGRAMADA
TEA, 25 de abril-19 de mayo de 2013
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Prácticas contemporáneas de la fotografía común

 
En las prácticas contemporáneas de la fotografía común se descubren todos los tópicos sobre lo que es y lo que significa hoy la fotografía y el acto banalizado de fotografiar. Ya no hay fotógrafos, solo "usuarios" de cámaras rápidas, inteligentes, precisas y "elegantes", que permiten "capturar" la vida del "modo" en que se desea. "Es más fácil que nunca hacer imágenes hermosas", pero ¿esa belleza diseñada es la que se busca?
 
La actual producción masiva de fotografías digitales está estrechamente vinculada a otros dos fenómenos que afectan a la cultura contemporánea de las imágenes: la aplicación tecnológica de programas simplificados de tratamiento y edición de fotografías, y la implantación de redes sociales de comunicación. 
 
Estas nuevas estrategias de producción y difusión aportan también un nuevo léxico que nos ayuda a definir además nuevas acciones fotográficas: capturar, descargar, editar, subir, compartir, comentar, likear.
 
Paradójicamente lo nuevo digital apela, cada vez más, a la memoria de una fotografía analógica que se resiste a desaparecer. La mirada vintage inunda el universo digital con la inmediatez de un toque sobre la pantalla de la cámara o del móvil: afirmaciones como "La fotografía digital nunca había parecido tan analógica", o "Imita el acabado de las cámaras de fotos analógicas que había y que sigue habiendo en el mercado como, por ejemplo, las instantáneas de Polaroid o el viñeteado de las Lomo", no solo nos hablan de una inesperada melancolía analógica sino, y sobre todo, de una absorción estética de lo "antiguo" amparada en la inmediatez y superficialidad del acto fotográfico. ¿Qué importa cómo, si lo que queremos –como nos recuerdan las consignas publicitarias–, son solo un puñado de "imágenes atractivas", reiteradas y programadas?
 
¿Las fotografías se toman o se hacen? En nuestros días, hacer una fotografía es solo el primer paso de un proceso estandarizado y automático de ese acto fotográfico entendido como parte de un sistema de intercomunicación social: tomamos la foto y la "hacemos" a nuestro gusto, es decir, la editamos, la transformamos –solo con elegir la variante de una aplicación de tipos posibles– en una imagen programada, dándole un "estilo visual" característico y, paradójicamente, uniforme. Tomar, editar, compartir, ¿eso es hoy la fotografía?
 
Después de tomarla, de "hacerla" –o editarla–, después de "subirla" para compartirla, comienza el turno de la "audiencia", del "público" que debe incrementarse y consolidarse: el seguidor, el fan, el suscriptor, los amigos fieles, los contactos, todos podrán expresar su opinión con un lacónico e icónico "me gusta", todos podrán comentar y todos podrán, nuevamente, compartir. ¿Hacia dónde irán las fotografías?, ¿hasta dónde llegarán?, ¿qué "alcance" tendrán?, ¿cuántas personas hablarán de ellas?


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