martes, 22 de enero de 2013

Libertad programada: Lola y el azar


LOLA BARRENA
Sin título



Fotografías inesperadas, azar programado
Lola Barrena
 
 
 
Analizar el concepto de azar como valor absoluto en fotografía parece, cuanto menos, cosa del siglo XIX, cuando uno de los argumentos para no tomarla en serio se refería, precisamente, al supuesto automatismo de la cámara. Más acertado resulta citar otros términos como casualidad o causalidad. En cuanto a la casualidad, esa combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar, indica ya la existencia de una serie de parámetros que, aunque no han sido previstos, influyen directa y enérgicamente sobre el resultado. La causalidad, es el efecto resultante de esos factores.
 
Es decir, pensar en la posibilidad de crear una fotografía a partir del azar objetivo resulta ser un a priori algo ingenuo. Desde la propia elección de la cámara, el catálogo de  variables numéricas, el tipo de enfoque, la luz, el lugar o el encuadre, en resumen, todo lo que concierne a la fotografía está dominado por el ojo, la mente y la mano del fotógrafo, incluso cuando éste ha decidido no intervenir. En este sentido, parece lógico pensar que el azar en valor absoluto es una entelequia.
 
Lo que sí parece coherente es aludir al arbitrio como herramienta creativa. De esta manera, la combinación de un consciente grado de descontrol con algunas habilidades lleva aparejada la creación de fotografías inesperadas. Así, palabras como suerte -buena o mala-, deseo o capricho al servicio de la fotografía, traen consigo “fotografiar cada momento de la vida sin intervenir en él”. Y, en efecto, es esto lo que proporciona el inventario diverso de aplicaciones y programas que, en la actualidad, modifican de manera incisiva la imagen fotográfica. Funciones que, con “sólo pasar el dedo”, producen los más fortuitos artificios que, sin embargo, han sido programados.